miércoles, 1 de julio de 2020

Cuento: "LA ABUELITA RIGOBERTA"

Fernando y Susana eran dos hermanitos que vivían muy felices con su papá, su mamá y la abuelita Rigoberta.
¡Ah!... y qué lindo era vivir con la abuelita. No todos los chicos tenían esa suerte, pero Fernando y Susana sí y la disfrutaban mucho porque Rigoberta era una abuela con una enorme paciencia: narraba viejas historias y cuentos interesantes; sabía las mejores canciones y los juegos más divertidos; cosía los vestidos de muñecas más lindos y cocinaba las tortas y los dulces más ricos.
Pero un día, porque sí nomás y sin que nadie supiera por qué, la abuela Rigoberta amaneció seria y preocupada.
Y no contó sus viejas historias ni cantó canciones, ni jugó con los chicos, ¡ni siquiera cocinó una torta!
¡Nada!
Toda la familia se asustó: ¿Qué le pasaba a la abuela? ¿Estaría enferma?
A la mañana siguiente, cuando se reunieron para desayunar, se encontraron con que la abuela ya lo había hecho muy tempranito y estaba sentada en su sillón favorito leyendo el diario.
Y eso no fue todo. Cuando le preguntaron qué leía y si había alguna noticia importante, la abuela contestó que sólo estaba buscando trabajo. Sí, tra-ba-jo.
Pero no pudo terminar de hablar, porque el papá, al oírla, se atragantó con la tostada; la mamá se puso mermelada en los dedos; Susana derramó el café con leche y Fernando se cayó de la silla.
Y la abuela Rigoberta, sin darse cuenta de los desastres causados, siguió leyendo muy tranquila.
Finalmente dijo, cerrando el periódico:
-¡Qué barbaridad! No puedo encontrar el trabajo que busco; tendré que poner un aviso ofreciéndome.
-¿Y cuál es el trabajo que estás buscando, abuelita? -preguntó Fernando.
-Justamente, de eso quiero trabajar, de "abuelita" -contestó Rigoberta y siguió explicando que había muchos nenes que no tenían abuela y que eso era muy triste.
Entonces había pensado trabajar para esos chicos en su tiempo libre; es decir, cuando Fernando y Susana estaban en la escuela.
A la familia le pareció una "idea genial", como todas las que se le ocurrían a Rigoberta.
Al día siguiente, el extraño aviso ofreciendo trabajo de abuelita, salió en el periódico y mucha gente llamó por teléfono. Fueron tantos los pedidos, que era imposible cumplir con todos. Y esto, por supuesto, preocupó a Rigoberta, que se encerró en su dormitorio a pensar.
Y pensó… y pensó.
Pensó tanto, que ese día no almorzó ni cenó; sólo apareció cuando ya todos habían terminado de comer el postre.
Entonces anunció muy contenta, que ya tenía la solución del problema: estaba decidida a fundar la primera "Compañía de Abuelos Voluntarios".
Era, en verdad, una excelente solución porque también había muchos abuelos sin nietos y eso era tan triste como nietos sin abuelos.
Pero gracias a la abuelita Rigoberta, la "Compañía de Abuelos Voluntarios" fue un éxito y todos podían conseguir abuelos y nietos adoptivos a gusto.
Y la abuela Rigoberta ya no se preocupó más y se sintió muy feliz.
Y el que quiera un cuento contado por una auténtica abuelita, que llame por teléfono a la "Compañía de Abuelos Voluntarios". 
BARTHE, Raquel Marta.

ACTIVIDAD
Resume el cuento en un texto de seis oraciones, guiándote por estas preguntas
¿Quiénes vivían con la abuela?
¿Qué cosas hacía la abuelita Rigoberta para entretener a sus nietos?
Pero un día... ¿qué le ocurrió a la abuela?
¿Dónde publicó su aviso la abuelita?
¿Qué pasó con el aviso?
¿Qué decidió fundar Rigoberta?

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